Hay que eliminar las fiestas de guardar. Se acabó lo de preguntar en qué fechas cae la Semana Santa, ¿a quién se le ocurre continuar manteniendo las rarezas del calendario lunar hebreo, hoy en día? Ya no habrá dudas sobre si el puente de la constitución sirve para ir a esquiar a Sierra Nevada, o para conocer Isla Mauricio. Todas eliminadas. El calendario sin numeritos de color rojo en ningún lugar. ¿Estoy loco? Puede que sí, pero no soy tonto del todo y no quiero renunciar a mis días de merecido descanso. Intentaré justificar esta idea, explicarme y hacer unas pequeñas cuentas. Procedo.
Fiestas de guardar, de guardar, ¿qué? ¿Las apariencias? ¿De fingir que todo sigue igual cuando no es cierto?
Antes era muy cómodo. Una religión, una ideología, una forma única de ver la vida. El día de fiesta estaba ahí para que todo el populacho pudiera asistir en masa a los actos de adulación al líder político o al líder religioso (en ocasiones el mismo). No había la menor duda de que todo debía ser así. Pero esa es una situación social trasnochada y caduca. Hoy en día hay mil credos, más de mil políticos y cientos de miles de lugares que visitar en lugar de estar haciendo la rosca al preboste de turno.
El único interés de las fechas de la semana santa es que cuanto más cerca de la feria de abril caigan, mejor. De este modo se puede hacer turismo, tumbarse al sol en la playa o ver como algunos sudan debajo de un montón de madera. Cada uno a su gusto.
Por cierto un hecho perverso en relación a las fiestas: el día de la madre se celebra el primer domingo de mayo (en España), con lo que no es una fiesta de guardar, sin embargo, el del padre sí que es fiesta (salvo ajustes de calendario laboral). Injusta comparación entre los padres y las abnegadas madres.
Las festividades autonómicas, solo sirven para que los políticos de turno se hagan la foto protocolaria, mientras la gente ha huido al campo o a la playa. (Será que se hacen pocos retratos los tíos). Los patronos de ciudades, pueblos y naciones solo son un pretexto para montar una semana de borracheras, y evitar que la gente abandone la localidad y haga gasto en casa. Es más, vienen de otras ciudades a emborracharse como cabras disfrutar del intercambio cultural.
Lo que sí que comparten las festividades son los atascos que se forman cuando todo el mundo consigue tres días para irse de vacaciones. Esos embotellamientos producen una gran cantidad de pérdida de tiempo y energía. Pero como ese dinero no lo pierden las grandes empresas, sino los anónimos de a pie, y de paso hacen que se forren las petroleras, pues todo está bien.
Hay que eliminar los festivos por obligación. No debe haber ninguna fiesta en el calendario porque sí. Señor empresario, deje de frotarse de gusto (¡cerdo!) y apriétese el cinturón que el mercado laboral ya ha sido reformado. Aunque me temo que mi propuesta no le va a gustar porque le va a obligar a hacer algo de lo que no tiene costumbre: pensar en los demás.
Atención problemilla de aritmética sencillo.
Si el convenio de un trabajador estipula 1800 horas de trabajo anuales. Pues las trabaja, a razón de 8 horas diarias, y lo que sobre lo descansa como le de la gana al señor trabajador. Bueno, no tanto como le de la gana, porque hay que reconocer que toda empresa tiene unas necesidades y que todo el mundo quiere descansar en verano.
Así pues voy a proponer el cálculo siguiente:
El año tiene 365 días (esta suposición es válida en el 75% de los casos)
Restamos los días de fin de semana (sábados y domingos de 52 semanas). 365 – 104 = 261
Convertimos esas 261 jornadas laborales en horas. 261 x 8 = 2088 horas.
2088 son demasiadas horas para trabajar, de hecho la unión europea estipula que el máximo de horas anuales son 1800. En telefónica recuerdo que teníamos 1760.
¿Cuántas horas sobran?. 2088 – 1800 = 288 horas laborables que hay que descansar
Convierto esas horas nuevamente en días, al dividirlo por las 8 horas de una jornada laboral habitual. 288 / 8 = 36 jornadas laborables que hay que descansar.
En resumen 36 días de fiesta a al año, eso sí, incluidas las vacaciones vernaiegas. Pero recuerda que con 20 de esos días ya has conseguido casi un mes de vacaciones. Y todavía te sobran 16 días de diario para poder disfrutar como te de la gana. Puedes celebrar las fiestas que quieras: Semana Santa, la Pascua Judía, el Ramadán, el cumpleaños de Buda, la semana fantástica de El Corte Inglés, las series finales de la NBA, o celebrar con un crucero que tus hijos se han ido de casa. Es decir, lo que realmente te interese. O te puedes poner todas las fiestas seguidas y te pegas casi dos meses (en realidad 7 semanas y un día) sin aparecer por el trabajo (el que lo tenga, evidentemente).
Y además no tienes que hacer coincidir esos días de fiesta con los de nadie más. No te vas a encontrar la costa saturada de madrileños en el puente de Mayo, si no quieres. Y además se elimina tanto el carácter estacional de las actividades turísticas.
Que no sufran los fabricantes de calendarios que muestran muchachas desnutridas en poses incómodas, bueno en realidad me refiero a los que se dedican a la parte de pintar los días en alguno de los huecos que les dejan las modelos. Esos no tendrán que andar pensando si tal o cual fecha es fiesta en Madrid, ¿o era Barcelona?. ¿A nadie le pasa que se encuentra con calendarios en los que las fiestas marcadas no tienen que ver con las de su localidad? En Andalucía la fiesta autonómica es el 28 de Febrero, no el 2 de Mayo. De hecho nos importa un pimiento que la Almudena sea fiesta o no. Supongo que a los madrileños también les fastidiaría ver del día de San Juan (24 de junio) marcado en rojo, para recordarles que más de la mitad de los habitantes de España están disfrutando de las hogueras en la playa.
Lo que propongo, además del ahorro económico, también implicaría un ahorro en discusiones de sindicatos, en búsquedas de días festivos. Todos los días van pintados de negro y el sábado y el domingo de verde, para variar. Que para eso son los días en los que la gente aprovecha para ser libres escapando de la esclavitud de la rutina diaria.
Actualización. Este texto lo escribí hace más de diez años, tuvo cierto éxito y como podéis imaginar me llovieron todo tipo de críticas, por lo que añadí las siguientes aclaraciones
Podría ser políticamente correcto y decir que no me he explicado bien, pero no me apetece así que intentaré hacer alguna aclaración para los que no lo han entendido, eso sí, desde de el cariño. 😀
El quid de la cuestión es las horas que tienes que trabajar al año. En mi caso según la unión europea son 1760, según el ministerio 1800, según la empresa en la que curro 1813,5. Cada uno que mire su convenio colectivo o cuente con los dedos. Yo también trabajé en la administración y me parece estupendo que haya gente que pueda decir que tiene que trabajar al año 1600 horas.
Es curioso que mucha gente lo primero que pregunta en un trabajo nuevo es sobre las vacaciones, y casi nadie pregunta cuánto tiene que trabajar. También es llamativo que haya cierta correlación entre los que me preguntan eso en una entrevista de trabajo y los que son descartados en el proceso de selección.
Una vez que sabes las horas que tienes que trabajar, las conviertes en jornadas…y el resto de los días de descanso te los organizas como te la gana (o como consensúes con tus jefes)
En las cuentas que hice para mí, sale que descanso 52 fines de semana (todos los del año) y 36 días laborables (de los que van de lunes a viernes). Para los que han trabajado en la administración es como si les quitaran las vacaciones, todos los festivos y les dijeran ahí tenéis 36 (que serían unos cuantos más) moscosos (días de asuntos propios), ahora ponerlos donde os de la real gana.
Lo interesante es que ha muchos nos ha dejado indiferentes…lo cual es estupendo.